El 18 de Mayo de 2014 será recordado en el mundo del fútbol como el día en que echó el telón a su carrera profesional uno de los hombres más grandes que ha dado este deporte en la Argentina en toda su historia: Juan Sebastián ‘La Brujita’ Verón.
En su último partido, la Brujita tenía ciertas posibilidades de conquistar el Torneo Final con el Pincha, pero River no falló ante Quilmes y finalmente se hizo con el Campeonato. Mientras Estudiantes perdió por 2-1 en el campo de Tigre, bajo circunstancias adversas, ya que gran parte del partido lo disputaron con dos jugadores menos. A pesar de la situación, Verón, como de costumbre, no le dio la espalda en ningún momento al encuentro, a su equipo y a la afición. Llegó a jugar hasta de último hombre, de líbero, como Lothar Matthäus, y al igual que en cualquier partido en el que él estuviese en el campo, resultaba irresistible para sus compañeros darle la pelota, porque siempre tiene una respuesta que ofrecer.
A pesar de la derrota y la decepción, la actuación de Verón en su último partido no fue más que un reflejo de todo su historial deportivo: “Los hombres, como en la vida, las oportunidades se las buscan, nos las buscamos. Y para encontrar esas oportunidades, hay que luchar. Hombro con hombro; un solo corazón. Me importa un carajo el resultado de hoy. Me quiero ir sabiendo que hemos dejado todo en cada tramo, en cada metro, en cada centímetro del campo”. Así se pronunció el símbolo más grande en la historia de Estudiantes de La Plata en la final del Mundialito de clubes ante el Barça de Guardiola en 2010 antes de salir al campo.
Decía su madre que cuando era pequeño el único juguete que existía para él era la pelota de fútbol
Verón no es un futbolista cualquiera. Es algo más. Se mueve en niveles superiores que muy poquitos son capaces de alcanzar.
Decía su madre que cuando era pequeño el único juguete que existía para él era la pelota de fútbol.
En La Brujita no hay sólo un futbolista; hay un alma de futbolista. Tiene una personalidad fuerte, voz de mando, ascendencia sobre sus compañeros; lo que podríamos definir como un capitán sin fisuras. No hay un sólo adjetivo capaz de definir lo que es Juan Sebastián Verón dentro y fuera de la cancha.
Estudiantes, Boca, Sampdoria, Parma, Lazzio, Manchester United, Chelsea, Inter de Milán y la Selección argentina han tenido el honor de escribir en su historia el nombre de Juan Sebastián Verón y han podido disfrutar del privilegio que supone contar con una figura como él.
A lo largo de su dilatada carrera ha tenido defensores, los que más; y detractores, los menos, promovidos por los males del ser humano, los celos y la envidia, ya que hay quien no lleva muy bien el que una persona pueda brillar con tanta fuerza. Ha sido un hombre que con educación ha manifestado en todo momento lo que ha creído más conveniente, sin importarle lo más mínimo ir contracorriente, sin ser partícipe de circos y patrañas. En ningún momento de su vida ha antepuesto sus intereses o su protagonismo al bien de las camisetas que ha defendido.
En uno de los momentos álgidos de su carrera deportiva, cuando decidió volver a Estudiantes en 2006, dio una lección de humildad renunciando a posibles contratos multimillonarios por estar cerca de los suyos. Cambió muchos ceros por mucho aliento familiar, renunció a poder a cambio de ilusión.
El mundo del fútbol no puede permitirse el lujo de perder símbolos de esta talla porque, aunque deje las canchas como jugador en activo, aún tiene muchas cosas que decir y mucho por aportar.
Sólo queda agradecerle y felicitarle por enseñar a todos su forma de ver el fútbol y la vida, y admirar su humildad, sencillez y honestidad.
Jose Rodríguez
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