Más corto, más largo, más húmedo o más seco, el caso es que hasta el estado del césped se ha convertido en un factor importante que favorece o perjudica determinados estilos de juego.
El césped tradicional de los campos brasileños es más grueso y espeso que el de los europeos, y suele ser también de corte bastante más elevado, a lo cual están acostumbrados los locales pero no los equipos que vienen de fuera.
Tan diferente resulta el césped de los estadios cariocas que la FIFA ha prohibido el uso del mismo en la Copa del Mundo de 2014. El que se utilizará en estadios como el de Sao Paulo será una mezcla de césped natural y fibra artificial de polietileno, polipropileno y nylon, desarrollado por Desso Sports Systems.
Estas fibras artificiales se ‘plantan’ a dieciocho centímetros de profundidad, cada dos centímetros -con lo cual tenemos unos veinte millones de fibras en el terreno de juego- de manera que el césped natural crece en torno a las mismas, proporcionando fijeza y uniformidad al resultado.
Por otro lado, la empresa catalana Royal Verd, que mantiene el césped de estadios como los del Toulouse, Marsella, Espanyol y del mismo FC Barcelona, es la encargada de seis importantes estadios brasileños, entre ellos el Maracaná, con lo cual su césped se parecerá mucho más a los europeos: corto, que favorece el juego rápido e intenso, en lugar del más lento típico de los cariocas, acostumbrado a su césped mullido y alto de toda la vida.
La FIFA se decanta por imponer el estilo europeo, y eso no favorece la diversidad de formas de jugar de antaño. Tal vez hasta los brasileños se vean obligados a cambiar su juego.
FÚTBOLSELECCIÓN no publica comentarios ofensivos ni de mal gusto.