Esta semana Fernando Torres declaraba que, de volver a la Liga española, solo lo haría en el Atlético de Madrid.
Ese es otro detalle de su grandeza.
Veamos:
– Hace dos temporadas, Falcao era el ídolo absoluto, imprescindible e irremplazable del conjunto colchonero. Pero una semana después de su marcha nadie lo echaba de menos.
– La temporada pasada, Diego Costa era el ídolo absoluto, imprescindible e irremplazable del club del Manzanares. Pero una semana después de su marcha tampoco nadie lo echaba de menos.
– ¿Cuántos años hace que Torres dejó el club de sus amores…? Cada día cada atlético añora a Fernando. El amor es mutuo y eterno.
Y aún hay otra prueba más de su inmensa grandeza: el degenerado de Mourinho no puede verlo; es lógico: ¿Qué podría hacer un demonio contra un ángel?
María C. Martínez, Murcia.
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