Fue Leônidas Da Silva, en el Mundial de Francia de 1938, concretamente en el partido que enfrentó a Brasil contra Polonia el 5 de junio de 1938, en el estadio de La Meinau de Estrasburgo.
Aquel día diluvió y el campo se convirtió en un barrizal. En el tiempo extra, con toda la tensión de una eliminatoria del Mundial, a Leônidas se le rompió la bota derecha. Corrió a la banda para buscar una solución al problema. El utillero trataba de remendar la bota de cualquier forma, pero no lo conseguía, y el tiempo corría demasiado deprisa. Con todo lo que había en juego, un jugador de la talla del ‘diamante negro’ no podía permitirse esa pérdida de tiempo, así que se descalzó también la bota izquierda y saltó al campo descalzo.
De esta manera anoto el tercer gol de su equipo. Ni el árbitro ni los asistentes se dieron cuenta de que Leônidas iba descalzo.
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