Ayer comenzó el mes del Ramadán para todos los musulmanes del mundo, incluidos los futbolistas que aún disputan el Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil 2014. Eso supone para ellos no ingerir ningún alimento ni bebida desde la salida hasta la puesta del sol. Hacía veintiocho años que el Ramadán y el Mundial no coincidían.
El Islam exime del cumplimiento del ayuno siempre que haya razones que lo justifiquen (enfermedad o viaje) y a cambio de que se haga una donación a personas necesitadas y se ayune cuando sea posible. Primeras figuras del fútbol mundial como el alemán Mesut Özil, el francés Karim Benzema, el suizo Xherdan Shaqiri o los belgas Marouane Fellaini y Moussa Dembele anunciaron que no seguirán el ayuno durante el Mundial.
Mientras ningún jugador francés o suizo parece ser que vaya a seguir el ayuno, la Selección de Argelia, que hoy se enfrenta a Alemania, sí lo hará; estamos acostumbrados a ver rezar a Sofiane Feghouli y a muchos de sus compañeros antes de cada partido.
La decisión de ayunar o no hacerlo es personal. Sin embargo, desde el punto de vista médico no existe unanimidad en cuanto a sus consecuencias: mientras el Director Médico de la FIFA, el Dr. Dvorak, piensa que esto no supone una desventaja para los futbolistas musulmanes, su colega el Dr. D’Hooghe se muestra contrario al ayuno.
Especialistas en nutrición deportiva afirman que el ayuno no afecta gravemente al rendimiento en el fútbol, a diferencia de lo que ocurre con otras prácticas deportivas.
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